"el cosmopolitismo del pobre, el
migrante que no llega a la lengua otra por herencia o por sistema sino
porque la violencia del mundo lo puso ante la circunstancia de tener que
abrazar una causa lingüística que sabe desde el primer momento que
estará siempre perdida. Son diferentes tipos de deslenguados, que para
Molloy no significa “desvergonzados, mal hablados” sino el que ha
perdido la lengua, el que habita una lengua con melancolía o con
desesperación.
Contra la lengua concentracionaria del
monolingüismo, el bilingüismo es un poderoso mecanismo de
desestabilización. Todo el mundo sabe que las lenguas en contacto
suponen una experiencia amorosa donde lo propio y lo ajeno se mezclan
hasta el vértigo"
Daniel Link, en Perfil, acerca de un libro de Silvia Molly.