Fragmentos de entrevistas a inmigrantes italianos residentes en Bahía Blanca.
martes, 20 de mayo de 2014
domingo, 11 de mayo de 2014
La epidemia - Adalgisa
La epidemia Adagisa Mezzorana from Ana Miravalles on Vimeo.
...
se juntan, hay epidemia, porque no tenés suficiente comida, no tenés
medicamentos adecuados, y contagiosa, era una enfermedad contagiosa.
Pasaban y decían:
- ¿hay enfermos?
y mi mamá decía:
- No, no, están todos bien.
Ellos no entraban, porque si entraban veían quién estaba. Ellos no entraban, era una cosa de todos los días no podían y algunos decían: si. Se los llevaban y no volvían, morían en el hospital, para cortar el contagio porque si ellos no hacían eso el contagio que tenía era para todos. Que si ellos entraban y veían que había enfermos los ponian a todos presos. pero no entraban porque no tenían tiempo, todos los días:
-¿ hay enfermos?
- no no, estamos todos bien.
Estuvimos mal, mi abuelo y yo, y nos curaron con remedios caseros, escondidos en casa, hasta que nos pusimos bien.
(se refiere a la terrible epidemia de "peste española" que entre 1918 y 1919 mató millones de personas en europa)
Adalgisa Mezzorana, Farra d'Isonzo, Gorizia, 1919 - Bahía Blanca 2013. Llegó junto a su madre y su hermana en 1924 y se reunieron con su padre que había llegado un año antes.
- ¿hay enfermos?
y mi mamá decía:
- No, no, están todos bien.
Ellos no entraban, porque si entraban veían quién estaba. Ellos no entraban, era una cosa de todos los días no podían y algunos decían: si. Se los llevaban y no volvían, morían en el hospital, para cortar el contagio porque si ellos no hacían eso el contagio que tenía era para todos. Que si ellos entraban y veían que había enfermos los ponian a todos presos. pero no entraban porque no tenían tiempo, todos los días:
-¿ hay enfermos?
- no no, estamos todos bien.
Estuvimos mal, mi abuelo y yo, y nos curaron con remedios caseros, escondidos en casa, hasta que nos pusimos bien.
(se refiere a la terrible epidemia de "peste española" que entre 1918 y 1919 mató millones de personas en europa)
miércoles, 7 de mayo de 2014
La pallottola (balas)
la pallottola Bruna Rosetti from Ana Miravalles on Vimeo.
Vino un amigo de un vecino de mi nonna, este amigo le dijo a la nonna si ya que tiene tantos hijos dame el mayor que yo me lo llevo a ver la Argentina, a conocer la Argentina, a Rosario. Estuvo mi papá desde los 16 años hasta diciannove, que cuando vino habia empezado la guerra del 14, empezó a decir que estaban los pasajes rotos, que no se pasaba más, entonces no, dice, yo quiero ir con mi mamá, y se vino para acá [para allá, para Italia], y cuando vino nonna contenta, pero después, ya después lo llevó la guerra, al fronte, e hizo toda la guerra, después a lo último quedó inválido de una mano, una pallottola, y ahi estuvo en el hospital, y ahi ya despues no sé más lo que pasó, si terminó la guerra, no lo sé, pero esa era muy pericolosa la guerra del 14, porque morían todos los soldados, no es como la última guerra que morimos todos los ... rompieron Roma que quedó el Vaticano parado, roto todo, no había un camión, un tren, no caminaba más nada, la del 40.
La otra, cuando a los soldados los hacían pasar en una pasarela, del Piave, le sacó la canción, también, dice: Piave mormoró, non passa mas straniero, perché mentre passava lo mitragliava, caían y corría sangre, en el Piave. Esa fue la guerra del 14.
Bruna Rosetti (Cupramontana, 1919) cuenta sobre su padre Orfeo Rosetti.
jueves, 1 de mayo de 2014
Ninguno de ellos emigraba por espíritu de aventura - Edmondo D'Amicis (1889)
"C’eran
bene di quei lavoratori avventizi del Vercellese, che con moglie e
figliuoli, ammazzandosi a lavorare, non riescono a guadagnare
cinquecento lire l’anno, quando pure trovan lavoro; di quei contadini
del Mantovano che, nei mesi freddi, passano sull’altra
riva del Po a raccogliere tuberose nere, con le quali, bollite
nell’acqua, non si sostentano, ma riescono a non morire durante
l’inverno; e di quei mondatori di riso della bassa Lombardia che per una
lora al giorno sudano ore ed ore, sferzati dal sole, con la febbre
nell’ossa, sull’acqua melmosa che li avvelena, per campare di polenta,
di pan muffito e di lardo rancido. C’erano anche di quei contadini del
Pavese che, per vestirsi e provvedersi strumenti da lavoro, ipotecano le
proprie braccia, e non potendo lavorar tanto da pagare il debito,
rinnovano la locazione in fin d’ogni anno a condizioni più dure,
riducendosi a una schiavitù affamata e senza speranza, da cui non hanno
altra uscita che la fuga o la morte. C’erano molti di quei Calabresi che
vivon d’un pane di lenticchie selvatiche, somigliante a un impasto di
segatura di legna e di mota, e che nelle cattive annate mangiano le
erbacce dei campi, cotte senza sale, o divorano le cime crude delle
sulle, come il bestiame, e di quei bifolchi della Basilicata, che fanno
cinque o sei miglia ogni giorno per recarsi sul luogo del lavoro,
portando gli strumenti sul dorso, e dormono col maiale e con l’asino
sulla nuda terra, in orribili stamberghe senza camino, rischiarate da
pezzi di legno resinoso, non assaggiando un pezzo di carne in tutto
l’anno, se non quando muore per accidente uno dei loro animali. E c’eran
pure molti di quei poveri mangiatori di panrozzo e di acqua-sale delle
Puglie, che con una metà del loro pane e centocinquenta lire l’anno
debbon mantenere la famiglia in città, lontana da loro, e nella campagna
dove si stroncano, dormono sopra sacchi di paglia, entro a nicchie
scavate nei muri d’una cameraccia, in cui stilla la pioggia e soffia il
vento. C’era in fine un buon numero di quei vari milioni di piccoli
proprietari di terre, ridotti da una gravezza di imposta unica al mondo
in una condizione più infelice di quella dei proletari, abitanti in
catapecchie da cui molti di questi rifuggirebbero, e tanto miseri, che
“non potrebbero nemmeno vivere igienicamente, quando vi fossero
obbligati per legge.” Tutti costoro non emigravano per spirito
d’avventura."
Edmondo De Amicis, "Sull'Oceano" (1889).
Edmondo De Amicis, "Sull'Oceano" (1889).
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